miércoles, 21 de octubre de 2009

Internet y Web: viejos conflictor en un nuevo espacio

Dr. Johnny Vargas Durán ©

Costa Rica

¿Qué tiene que ver un gol de Ronaldo con Einstein? Ya veremos. Primero imaginemos a un viajero en el tiempo que está de visita en nuestra época, digamos desde el siglo XV; lo primero en impresionarlo sería la extrema velocidad a que se vive y cómo los acontecimientos se interrelacionan frenéticamente para producir otros. Precisamente, Milan Kundera trata este tema en su libro "La insoportable levedad del ser", y desarrolla una novela en torno al problema del tiempo y cómo siendo éste el mismo -teóricamente- percibimos que avanza más de deprisa según nos acercamos al siglo XXI.

Los días se van más rápido, la semana ya no alcanza y apenas terminamos el lunes y cuando nos damos cuenta, llegó de nuevo el domingo y el ciclo sigue así, sin un aparente fin.

Aunque no es un tema muy estudiado, tampoco sería aventurado lanzar la hipótesis de que la velocidad con que transcurre el tiempo -en nuestros días- está directamente relacionado con la velocidad con que recibimos y transmitimos la información.

Si Colón tardó varios meses en regresar de la actual América a España, allá por 1492, tuvieron que pasar casi 500 años para que el hombre fuera a la Luna en menos de una semana y para que hoy la señal del satélite que nos transmitía un partido del Mundial de Fútbol tardara apenas 1/60 de segundo en "subir y bajar"; es decir, un gol de Ronaldo lo percibíamos apenas 1/60 de segundo después de ocurrido.

Y, se preguntarán, ¿qué relación hay entre un gol de Ronaldo, Einstein e Internet y la web? Pues mucho. Empezando porque Ronaldo tiene el récord mundial de cartas recibidas en un casillero electrónico hasta el momento. Se estiman en varios millones. Y lo otro, de gran importancia, es la ruptura del espacio como valor absoluto. Aquí es donde entra Einstein y su Teoría de la Relatividad.

La gran revolución intelectual del siglo XX, apenas comparable con la gran revolución filosófica de la Grecia clásica en el siglo V a.C., ocurrió gracias a Albert Einstein y a su tesis de que tiempo y espacio no son valores absolutos sino relativos, por supuesto que esto tan sencillo apenas es una reducción simplista de las tesis de Einstein.

Ahora, nos toca unir todo: Ronaldo, Einstein, Internet y web. Para ello usaremos como pegamento las lecturas asignadas por el Dr. Federico Iglesias, de Puerto Rico, que nos han hecho reflexionar en algo que para muchos es pan de todos los días.

Gracias al desarrollo de las Nuevas Tecnologías de la Información, todo se ha desquiciado -como dijo Hamlet-, espacio y tiempo son cada vez más relativos y merced a la posiblidad de Internet y web hemos adquirido el don de la ubicuidad: podemos estar en muchos lugares a la vez, al mismo tiempo, sin necesidad de movernos del sitio en que nos encontramos.

La parábola de Pitágoras, para explicar a sus discípulos qué era la filosofía, se ha hecho realidad: el mundo es un gran mercado, donde unos van a ver, otros a comprar y muchos a pasar de largo. Todo con solo apretar una tecla.

Y es que todos los autores de los textos leídos y sopesados coinciden en un punto: estas nuevas tecnologías han dislocado todo el orden social y amenazan con convertirse en una especie de "hermano mayor", al mejor estilo de la novela de H.G. Wells., que todo lo mira, todo lo controla y que tiene poder de vida y muerte sobre los bienes y las personas.

Los cinco pensadores se lanzan contra las Nuevas Tecnologías para comprender cuál es su origen, cómo se manifiestan en la vida real, qué efectos tienen y tendrán sobre la estructura social y de qué manera los países marginados de este avance podrían enfrentar la naturaleza de tales cambios, sin ver afectada profundamente sus usos y costumbres.

Todos señalan tales tecnologías como un nuevo Leviatán, capaz de devorar y destruir a sus creadores, más que de contribuir al desarrollo de un nuevo humanismo. Más bien, parece una paradoja, informatizada, que jamás duerme, capaz de estar conectada en red con todo el resto del planeta, va hacia un severo problema de autismo, pues el pobre ciudadano conectado a su computadora con el resto del mundo es un infeliz aislado, manteniendo un monólogo con otros miles en la misma situación.

Al introducir tales tecnologías nadie midió sus consecuencias y se olvidó que detrás de todas estas máquinas está el hombre y hacia él deben ir orientados todos los esfuerzos económicos, científicos, políticos, culturales o educativos. Toda tecnología debe adaptarse a las necesidades del individuo, de lo contrario se producirá un severo desbalance entre los que pueden utilizarla y los que por las circunstancias materiales en que viven tienen impedido el acceso a ella y sus beneficios.

En ese sentido, Fátima Fernández hace hincapié en la urgencia de distinguir entre las necesidades reales del ser humano y las necesidades artificiales creadas por una coyuntura tecnológica.

Y es válido preguntarse: ¿Realmente necesitamos Internet o la web?, ¿Qué beneficios derivamos de las Nuevas Tecnologías de la Información? ¿En qué nos hace más grandes, como seres humanos, hacer las compras por computadora? En realidad son viejos problemas en un nuevo espacio, en este caso el ciberespacio.

La escritora Lilly Bermúdez plantea los riesgos que enfrentan los países latinoamericanos frente a la expansión de las nuevas tecnologías de la información y señala que el surgimiento de una sociedad informatizada amenaza con provocar cambios radicales en las relaciones interpersonales e institucionales en todos los rincones del mundo. Agrega, muy acertadamente, la opinión de Moragas en torno a los tres niveles de las nuevas tecnologías, los cuales retratan muy bien lo que ocurre realmente con esta tecnologías al fragmentar no solo el público, desde el punto de vista de mercadeo, sino la conciencia del individuo.

Así como tras la Revolución Francesa surgió el concepto de ciudadano, como estrategia de comunicación para igualar a todos los integrantes de la sociedad, el concepto imperante ahora que trata de plantear la misma identidad es el de usuario. Esta idea es totalmente asexuada, aséptica, porque usuario es cualquiera, el único requisito es que pueda conectarse a la red y navegar por ella. De esta manera, un usuario podría ser hasta otra computadora.

Tal como apunta Bermúdez, desaparece el concepto de comunicación masiva y es sustituido por el de comunicación particularizada y se da un aislamiento donde cada cual se encierra en sus propias preferencias y necesidades.

Es un viejo truco del capitalismo hacer iguales a los que son diferentes, como un truco ideológico para transformar lo obvio en aparente y viceversa.

Fátima Fernández expresa muy bien el objetivo de estas nuevas tecnologías al indicar que son una estrategia de la reindustrialización.

Ya lo había señalado hacia varias décadas Theodor Adorno, en "El hombre unidimensional", que la sociedad industrial carece de imaginación y tiene constantemente que reinventarse, copiándose a sí misma y apareciendo lo viejo como nuevo. Un ejemplo de lo anterior son las modas, cuyos cambios son cíclicos y, por ejemplo, hace unos años se usaban los peinados de los años 60, después los de los 70 y así la sociedad industrializada se repite a sí misma como única alternativa de supervivencia.

Sin embargo, Adorno no intuyó que esa reinvención continua y sin fin, como la máquina de movimiento perpetuo de los alquimistas medievales, crecería exponencialmente gracias a las nuevas tecnologías de la información.

Muy bien afirma Fernández al manifestarnos que las nuevas tecnologías pueden arrastrar con la democracia, con el indiscutible derecho a la discusión pública y con otros elementos de la política, que sin la intervención tecnológica alguna están convirtiéndose en derechos de papel.

Ahora, como bien indica Elizabeth Safar, están en entredicho conceptos como los de soberanía y estado, por citar dos de los más relevantes. El estado en la concepción clásica (la de Platón, la de los iluministas o incluso de las los liberales modernos) es ya una pieza de museo y ha sido sustituido por el omnipotente mercado. Un estudio reciente reveló que de las cien primeras economías del mundo, 50 son empresas privadas, es decir grandes transnacionales que superan toda frontera y controlan los destinos de millones de personas. Incluso, los ejecutivos de estas grandes corporaciones son más poderosos que los jefes de estado y toman decisiones que pueden desencadenar guerras comerciales de consecuencias más devastadoras que las militares.

Retomando un viejo clásico de la filosofía, Louis Althusser, es importante comprender su concepción de la teoría marxista de la base y la superestructura, en el sentido de que las clases dominantes se ubican en la parte superior de la pirámide social y desde ahí controlan, con sus productos intelectuales, el destino de la inmensa mayoría de personas ubicadas bajo ellas.

Como señalan los autores, por medio de Internet y web, el capitalismo extiende su control hacia las naciones que no poseen el acceso a esa tecnología, de ahí la importancia de proteger y fomentar una industria nacional capaz de producir la tecnología adecuada a la realidad de cada sociedad.

La teoría del caos nos dice que todo tiende a la disgregación y que las acciones, una vez desencadenadas, tienen un curso impredecible. Pareciera que Internet apareció hace un siglo, aunque en realidad no llega ni a los veinte años.

Con su creación, algunos pensaron que introduciría una era de cooperación, puesto que tanto el trabajo como el entretenimiento se digitalizarían. Otros vieron Internet bajo el control de los ciudadanos como un desafío al control de los medios de comunicación por la clase gobernante. Ni una cosa ni otra. Internet es a ratos un monstruo de mil cabezas que amenaza con devorar a sus propios creadores, y por otro una arma terrible en pocas manos, capaz de convertirnos de nuevo en una tribu de trogloditas, si es que llegara a apagarse de un momento a otro, como ocurrió con los "bepers" hace poco a raíz de una falla en uno de los satélites de comunicaciones.

La dependencia de las nuevas tecnologías de la información nos está convirtiendo en una especie de bárbaros civilizados, capaces de acceder al instante a grandes bibliotecas, pero incapaces de comprender a su vecino, y pero aún: a sí mismos.

Internet y web están haciendo tabla rasa con los ciudadanos de mundo, creando una aldea global, al más puro estilo de MacLuhan, sin tomar en cuenta que, según el viejo principio de la ley, no se puede tratar a los diferentes como si fueran iguales.

Lo que existe es una ficción, similar al gol de Ronaldo que vemos al instante, cuando en realidad ocurrió en el pasado más inmediato, y como unos insectos estamos atrapados en la red de la telaraña de las nuevas tecnologías, y entre más luchamos para desprendernos, más nos enredamos.


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:Nombre del autor, 1999; título del texto, en Revista Latina de Comunicación Social, número 18, de junio de 1999, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):

http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/78cosr.htm

Revista Latina de Comunicación Social

La Laguna (Tenerife) - junio de 1999 - número 18

D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820

http://www.ull.es/publicaciones

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